Hoy, de improviso,suavemente, te has presentado ante mi. He sentido tu presencia...y te he mirado a los ojos, así, sin importarme, sin recelos ni miedos.
En silencio, solo con la mirada, me has lanzado un interrogante, me preguntas si me importaría seguirte, y, también en silencio, me vi indiferente, me extrañé de ello, y ante tu insistencia, admití cierto temor, no a seguirte, a dejar atrás a los hijos de mis sueños: mis deseos incumplidos.